Desayunamos una vez más en el querido Café Frauenhuber, como si quisiéramos retener un poco más el sabor y el ritmo de Viena. Luego regresamos al hotel para hacer el check-out y dejamos las valijas en consigna para aprovechar al máximo nuestro último día.
Tomamos el bus 13A hacia la Hauptbahnhof, y desde allí comenzamos el recorrido cultural del día. La primera parada fue el Museo Leopold, donde pudimos ver una gran colección de arte austríaco moderno, incluyendo obras de Egon Schiele y Gustav Klimt en contextos menos conocidos. Fue una experiencia intensa y muy bien curada.
Después, almorzamos en el Café Oberlaa, con sus vitrinas llenas de dulces y su ambiente elegante pero accesible. Una despedida dulce y tranquila para un viaje inolvidable.
La tarde la dedicamos al Museo de Ciencias Naturales, un verdadero palacio del saber. Desde meteoritos hasta esqueletos de dinosaurios, pasando por una imponente sala de minerales, el museo logró impresionarnos incluso después de tantos días de recorridos.
Finalmente, regresamos al hotel, retiramos nuestras cosas y nos dirigimos nuevamente a la Hauptbahnhof. A las 19:28, partimos en el tren NJ 233 rumbo a Génova, dejando atrás Viena con el corazón lleno y la cabeza girando de imágenes, sonidos, aromas y emociones.