El día comenzó con un sabroso desayuno en el café Museum, donde pedímos el típico desayuno vienés.
El día comenzó con una visita a la Secession, un edificio icónico del modernismo vienés. Allí vimos el Friso de Beethoven de Gustav Klimt, una obra monumental que une pintura, arquitectura y música en una experiencia simbólica e intensa.
Luego pasamos por la imponente Karlskirche, con su cúpula verde y sus columnas decoradas con relieves en espiral. Desde allí, caminamos frente a la Embajada de Francia y llegamos al Monumento al Ejército Rojo, testimonio de la historia reciente de la ciudad.
Nuestra siguiente parada fue el Belvedere, uno de los grandes palacios barrocos de Viena. Disfrutamos especialmente de la galería de arte donde se encuentra el famoso cuadro “El beso” de Klimt, entre otras obras destacadas del romanticismo, impresionismo y arte moderno.
Luego tomamos el bus Hop On Hop Off (línea azul), que nos llevó hacia la zona del Donauturm (Torre del Danubio). Allí subimos hasta el mirador y disfrutamos de vistas espectaculares de toda la ciudad. En lo alto, el viento soplaba con fuerza y el paisaje se desplegaba en 360°, con el Danubio dividiendo la ciudad y los techos rojizos marcando el centro histórico.
Al regresar pasamos por la zona del Urania, y terminamos el día paseando nuevamente por la Mariahilferstrasse, comprando algunos recuerdos y simplemente dejándonos llevar por el ritmo de Viena al atardecer.